Manolo y Javier se cambian de piso. El excesivo amaneramiento de Manolo ha conseguido que ya todo el vecindario piense que tanto él como Javier son pareja de hecho.
Se mudan a un apartamento nuevo a petición de Javier y con la única condición que el nuevo hogar tenga una decoración muy varonil, muy varonil, ¡muy varonil!. Ya con los lunares del abanico y el delantal de Manolo es suficiente para que la gente siga pensando mal.
¿Habrá encontrado Manolo ese apartamento tan macho?