Las palabras vividas
Obra inusual, en la que Quique González se enfrenta quizás a uno de los mayores retos de su carrera, el de asumir como propia la voz de su amigo Luis García Montero quien, a su vez, cede su corazón poético para que palpite en el pecho del músico. De todas las dificultades que entraña un proyecto artístico de este calibre, más incluso que la complicación extraordinaria de concebir melodías a la medida de versos ya creados e inamovibles, quizás la mayor sea conseguir que el resultado final, la canción que aúna la música y la palabra, conserve la credibilidad de lo que expresa. Y ese reto, tan arriesgado, queda superado.