En “De Magnete”, Jon Gorospe se instala en la tradición simbólica y trascendente del paisaje para actualizarla y, desde ahí, decir lo suyo. En sus imágenes no es solo el objeto paisajístico lo que hace acto de presencia sino también —y sobre todo— un espacio abarcador que apela constantemente a la inmensidad: la inmensidad de lo inmenso y la inmensidad de lo interior.