En este libro no se recogen dos formas de expresión artística: la pintura y la poesía. En él solo encontraremos poesía, expresada con palabras o con formas y color. Una poesía que proviene de aguas profundas, no de corrientes superficiales. De esta manera, como pasa con el agua, las dos formas de expresión, aunque utilicen herramientas muy diferentes, como el lenguaje y las formas, se funden en una sola. Lápices de colores es también el fruto de una larga amistad, que ha tenido, ocasionalmente, estos encuentros artísticos. Lo que la ha mantenido en el tiempo es esa nada que ambos presentimos como origen de nuestra expresión poética, esa pasión nuestra por lo que desconocemos, por ese espacio en el que, no sabiendo nada, podemos escuchar lo que el Silencio tiene que decirnos, y compartirlo.